martes, 29 de diciembre de 2015

WRAITH: ESPECTRO

Reseña realizada para el facebook de Gotham Central por Félix Frog2000.

Nacido, cómo no, en el estado de Maine, Joe Hillstrom King es el hijo más prolífico de Stephen King (su hermano Owen también ha publicado novelas y relatos cortos, pero de forma menos asidua, mientras que su hermana Naomi es ministra de la Iglesia Unitaria Universalista.) Joe Hill parece tener el mismo "mojo" que su padre, y sus diversas incursiones en el género del terror y en el de la fantasía no sólo le han asegurado premios y parabienes por parte de la crítica sino que además, en su estilo se puede detectar el mismo arrojo con el que su padre se enfrentó a la literatura a principios de los setenta, cuando obvió todas las sandeces sobre lo inadecuado que resultaba intentar cultivar la escritura "seria" utilizando temáticas más propias del pulp. King Senior demostraría que el problema nunca habían sido los temas tratados, sino cómo se tratan, una enfermedad (la de intentar ser relevante a toda costa) que desbasta a menudo el lado de la escritura menos denostado por la crítica, repleto de plomizos ensayos y de "grandes novelas americanas" que ya estaban marchitas en el momento de su estreno. Joe Hill, como su padre, escribe vivamente, sus personajes convencen lo suficiente como para que te preocupes por ellos según van superando las terribles pruebas con las que se ven sorprendidos a lo largo de unas novelas y cómics que discurren en paralelo a nuestra realidad. Una ambientación muy próxima con la que cualquiera podemos toparnos a la vuelta de la esquina hasta que lo oscuro y lo fantástico incursionan en ella y desbaratan todo lo que conocíamos y que nos daba sensación de seguridad. Y la verdad es que el inesperado cambio de registro no nos importa demasiado, porque si hasta ese momento nos lo estábamos pasando de lo lindo con el relato, también sabemos que es en este preciso instante cuando de verdad empieza lo bueno. Y aunque a veces la tramposa resolución de alguna de las historias te hagan exclamar un ofendido "¿eso es todo?", como ocurría con su novela "El Traje del Muerto", también nos asegura que nos encontramos ante la obra de un escritor que necesita escribir para poder seguir respirando, por lo que se ve obligado a utilizar trampantojos con los que producir al mismo estruendoso y frenético ritmo.

Lo último de Hill es un tebeo publicado en nuestro país por Planeta y en Estados Unidos por IDW, la casa especializada en hacer que lo pasemos mal. A pesar de ser una historia auto-contenida (que no auto-conclusiva, porque aquí hay chicha como para generar una caudalosa saga, por mucho que todas las tramas aparenten quedar atadas y bien atadas), en Wraith (Espectro) asistimos a una expansión de "NOS4A2", la tercera novela del autor. En realidad la obra intenta convertir la repulsiva historia de Charles Manx, personaje de la novela, en mitología. Wraith también es un relato que oscila entre el thriller repleto de psychos de cuchillo fácil, el terror con niños alborotados que pudimos ver en sagas como la de "Los chicos del Maíz" o en "¿Quién puede matar a un niño?", y la fantasía extraña que tanto se cultivó a principios del S. XX en las maravillosas peripecias de Little Nemo en Slumberland o las no menos arrolladoras que se pueden leer en "Alicia A Través Del Espejo". Lo mejor es que semejante mejunje funciona no solo gracias al guión, sino que tiene mucho que ver el toque onírico proporcionado por el dibujo de Charles Paul Wilson III, que extrae ingeniosas pepitas del estilo del maestro Guy Davis. La trama navega con buen pulso durante los primeros tramos y cuando parece que va a embarrancar en terreno conocido, un arriesgado golpe de timón facilita un nudo y una resolución satisfactorias a través de la confluencia de todos los hilos argumentales en "Christmasland", una tierra prometida para la juventud mucho más salvaje de lo que el Nunca Jamás de J. M. Barrie se atrevió alguna vez a ser. En ocasiones, los argumentos de Joe Hill recuerdan las mismas filias que tiene su padre, por ejemplo, con los coches (el Rolls Royce que da título al tebeo puede considerarse como uno más de los protagonistas), al igual que la manada de cabronazos deslenguados que plagan los recovecos de la historia y que van metiéndose en cintura unos a otros. Aquí hay muy poco espacio para los héroes, y cuando estos aparecen no es que precisamente aparenten ser de una sola pieza. Lo primero en lo que pensé nada más acabar el tomo fue que necesitaba seguir más tiempo dentro de esa realidad, porque a pesar del denso -que no aburrido- guión, la excursión se me había hecho corta. Afortunadamente aún no sabía que existía la novela. Creo que seguiré consumiendo todo lo que haga Joe Hill independientemente del formato que elija para expresarse, pero estoy bastante seguro de que para este moderno autor, por continuar con los paralelismos con su famoso viejo, el medio del cómic es uno de los más sofisticados a la hora de narrar historias asentadas firmemente en el entretenimiento inteligente sin tener que renunciar a los géneros y temáticas populares.

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