martes, 2 de febrero de 2016

NEIL GAIMAN, HAZ BUEN ARTE



A Neil Gaiman su legión de seguidores tenemos mucho que perdonarle. Sobre todo deberíamos disculpar esa obsesión de que es un artista menor que parece no dejarle dormir y que está producida por el hecho de haber triunfado de forma masiva en una disciplina que él mismo barrunta de categoría inferior, la del medio del cómic, en lugar de en la de la literatura. Porque afrontémoslo, Gaiman nunca ha conseguido igualar la cumbre que alcanzó hace ya 26 años, cuando apareció el primer número de Sandman. Setenta y pico números y varios especiales después, un exhausto autor que se había sacado de la chistera todos los trucos que conocía, claudicaba y abandonaba el "noveno" arte por el "quinto". Y lo que el agudo autor inglés sabe perfectamente, aunque quiera pasarlo por alto, es que cuando en la literatura cultivas productos como el de la fantasía y la ciencia ficción, seguirás siendo un leproso a ojos de los culturetas que imponen su criterio desde las revistas de las Altas Artes. No, aquí no estamos hablando de dinero, sino del prestigio que Gaiman parece estar buscando. Porque un autor que se gane las habichuelas con historias más populares, por muy revestidas de pompa y boato que estén, nunca llegará a formar parte de dichos cenáculos hasta que fallezca, y entonces, y solo entonces, será reivindicado como aquel cultivado autor que, lástima, malgastó su vida escribiendo en un género menor. 

A Neil Gaiman también tenemos que perdonarlo por no haber sabido -o querido- hacer algo mucho más especial con el panteón de dioses de la Marvel, entregando en su lugar birrias como Los Eternos o la plomiza 1602. Al igual que le ocurre a Grant Morrison, parece que este es un autor que se siente más a sus anchas en la Casa DC, y allí es donde siempre ha regalado sus mejores ideas. La lista, escueta pero apabullante, es un auténtico carrusel de tebeos y etcétera llenos de energía y, sí, magia: Orquídea Negra, Stardust (que puede que sea su libro más afortunado, absolutamente libre de ínfulas y al grano, un repaso de las filias personales del autor, un paseo estupendo por los herrajes Fantásticos de cualquier época), Los Libros de la Magia, su historia de Batman junto a Simon Bisley que apareció en la primera serie de Batman: Black & White, las dos novelas gráficas protagonizadas por Muerte... y supongo que como me ocurre a mí, todo el mundo estará disfrutando -flipando- con la última historia de Sandman titulada Overture, porque es uno de los grandes comic books que se están editando en la actualidad. Neil Gaiman nunca debería haber dejado el medio que lo arropó desde un principio, pero sobre todo, Neil Gaiman debería seguir haciendo lo que mejor ha sabido hacer siempre: contarnos más anécdotas, datos e historias de la saga de los Eternos y del altivo Rey Sueño, porque es en ese Mundo, que es el suyo por mucho que el copyright indique que pertenece a DC, donde siempre parece tener algo nuevo y maravilloso que contar. 

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